EL FIN
El viejo hombre dormía en esa hamaca bajo la palmera. Viaje empresarial de vacaciones. Atrás la oficina en Bogotá, el
estrés, los trancones, atracos, pordioseros con niños de brazos algo
famélicos en el semáforo, líos judiciales corruptos, el frío y solitario
apartamento de toda la vida en Teusaquillo. El ruido raro del motor de su Renault 9 verde del 85… En fin. Toda la mierda empaquetada al
vacío de su vida.
Había vientos muy fuertes que soplaba la mar. La hamaca mecía un bulto de
tejidos y fluidos palpitantes. Una
maraña de sueños desechos o hechos trisas. El hombre sonrió, pues en ese
momento, soñaba que por fin se jubilaba y vivía en el caribe, con una mulata
que cumplía sus deseos y fantasías eróticas irrealizables, mientras, en sueños, llevaba una bandeja con un coctel de agua de coco, yerba-buena y ron blanco. De forma onírica, guiñaba un ojito tras bajar un poco los ridículos lentes oscuros de carey, un poco
coquetón al mostrar sus dientes, de repente no postizos ni amarillentos,
mientras ella se acostaba con él, viendo el ocaso y así, sonreían como
idiotizados por los rayos naranjas del sol
naufragante…
…Entonces, de súbito, pasó chillando una gaviota y
justo en ese momento, cayó un coco en la cabeza pelada y roja del viejo.
La sangre se mezcló con las sombras en la arena. El fruto verde no se abrió; en
cambio sí lo hizo la testa del viejo hombre. Los gritos de los amigos y los empleados del Hotel, al ver el suceso se fusionaron con las llamadas frenéticas
a las autoridades. Las sirenas, el falso llanto, las imprecaciones, los periodistas de crónica roja, que titularían en la prensa: El coco le rompió el coco. Todo formó
un estrepitoso barullo. Hombres vestidos de blanco, entre risitas, llevaron
el cadáver en un camión. Algunos de la empresa fueron a la playa. Otros se quedaron
en el hotel, bailando y bebiendo ron con
agua de coco hasta el alba. Ya achispados, hubo propuestas de demandar al dueño
del lugar, a la ciudad, al Estado, a alguien… Y de repente alguno de esos leguleyos gritó: !!!HAY
QUE DERRIBARLA: ABAJO LA PUTA PALMERA QUE MATÓ LAS VACACIONES!!!
Así es que con hachas y machetes en mano, entre sollozos
de gritos, derribaron, esa maldita asesina. No obstante, tras las
primeras risas y los gritos de “ABAJO
ESA PERRA SIN ALMA”, sus rostros pálidos vieron cómo caía la palma sobre tres
habitaciones de lujo de ese hotel en Santa Marta…
Tras pagar los daños al dueño y preparar el traslado
del occiso a la capital, todos partieron algo compungidos y con jaqueca tras la
juma, a la velación del viejo, quien valga
la pena recordar, no conocía el mar y jamás había bebido agua de coco con ron. Todos
sabían ahora, montados en ese avión destartalado, que era un hecho: habían terminado de
repente las vacaciones.