viernes, 14 de mayo de 2021

 

EL INFIERNO SON LOS OTROS


Por 

Víctor Hugo Osorio Céspedes

 

 




AGAPITO

El santo iba por la vereda de roca pura, lanzando bendiciones como si fuese una lluvia de Maná o de ranas o de sanguinolentos fangos… Todos allí, -como bestias en celo- en la santa y antiquísima ciudad de Roma, alcanzaron una migaja de sus bendiciones…

Al resto no los contemos en la bienaventuranza…

Se les puede ver el Infierno, mendigando las migajas de San Agapito…

Ahora podemos verlos revolcarse en el fondo de las miradas odiosas… Fueron famosas las campañas moralizadoras del santo; pero no hay que alimentar al desahuciado del espíritu…

 

AGATÓN

Constantinopla. Muchos siglos atrás… San Agatón preside el Concejo. Discuten asuntos relativos a la moral junto al nacido en Palermo, el santo Agatón.  Cuatro siglos atrás, su sucesor epistemológico, San Agapito, había decretado la verdad de la verdad absoluta…

En el fondo del recinto, un reacio y acérrimo detractor –acaso un escéptico errático y alucinado lector de los textos sacros- de esa negra doctrina habría de gritar: “mil veces falso es el significado atribuido al in-significado del significado”…

Y tras correr mil metros aproximadamente -porque todo es relativo-, cayó  a un abismo antes de desaparecer para siempre.

 

AGATÓN II

A San Agatón lo quemaron en Alejandría por mártir… Al final, un fumífero desalmado, tomó un tizón flagrante y encendió su pipa de caña… Todo estaba permitido aún desde entonces.

 

AGATÓN III

El soldado Agatón, del antiguo Imperio  Romano, al ver el cuerpo consumado –casi hecho carbón- del aquel mártir, no dudo en encender su una hoguera para beber vino, con los restos mortales de aquel santo Patrón. A su salud, dijo y vació la copa.

 

AGLAURO

En la ciudad de Atenas, residía el Rey Acteo. Éste odiaba a Ares, quien embrujó a su descendiente y le dio como progenie a la maldita Alcipe. Esta, al verse desdeñada por su abuelo, y tras el éxito de su historia en la banal cultura posmoderna de la actualidad, sin saber a quién más demandar, lo llevó a una corte de New York, pues el dueño de sus derechos de autor, un empresario londinense y judío, demandaba a Dante Alighieri por usufructuar su nombre con fines editoriales… El pleito fue famoso en las revistas de farándula…

Desde entonces, en todas las ediciones posible -e imposibles- de La Divina Comedia, aparece su nombre y ella vive, de la dicha- ¿quién lo diría?- en una isla griega, tomando cocteles de frutos rojos  y leyendo aquel libro –mientras se carcajea- que la llevó a la fama.

Larga vida a Malcipe, hija de Acteo, allá en Grecia la antigua y en el actual adefesio posmoderno…

 






 

AGUSTÍN

La “Ciudad de Dios” era una favela del Infierno, allá en las laderas de Rio de Janerio… Ese paraíso…

En la entrada de las chabolas pintorescas y con olor fétido a miseria humana, como en un aviso de publicidad neón, había una estatua del santo, teólogo y filósofo nacido en Numidia…

Era el lugar donde los más pequeños, jugaban tiro al blanco con revólveres artesanales…

Darle en los ojos era llegar al paraíso…

Si no lo hacías, -como en una confesión a mil voces- tenías que matar a tu vecino, tu primo, tu amigo o a tu hermano… A tu madre y abuela. El camino a Dios es inconmensurable y espinoso…

Tal vez así llegarías a la quinta esfera del Cielo. Quizá. Nada es seguro o real. Sólo la muerte.

 

ALBERTO MAGNO

Mientras estaba en el inodoro, y recitaba sus tesis-sagradas, el santo doctor no dudaba ni sospechaba que su discípulo – El Gran santo Tomás de Aquino- lo escuchaba en silencio, y con un latín garrapateado, plagiaba sus tesis medievales, las cuales, no lograba entender… Aunque tuviese que soportar sus pestilencias del estómago.

Dios daría f…

 

ALCIDES

El último nieto de Hércules (muchos siglos luego), murió de hambre en un país de mierda.

 

ALCMEÓN

 

Había dicho el gran médico que los mitos carecían de raíces racionales. Mas una noche, tras leer los manuscritos pitagóricos –por no decir de Pitágoras que siempre vivió en el mutismo sabio de su oscuridad luminosa- desdeñó sus propios e infundados conocimientos anatómicos, de los que muchos siglos después sería considerado el padre primigenio.

Cuando, tras la disección del felino, éste maullara de tal forma, que les erizara los pelos finos a los espectadores sapientes, y tras esto, saltara de la mesa de operaciones racionales, hacia la noche de la noche de los tiempos… Se rasgó el velo del misterio…

Alcmeón nunca contó esto a su maestro Arkitas –mucho menos a Pitagóras a pesar de su prurito de la razón-  por temor de su corazón amargo al sinsentido, reacio a caer en el abismo de la vergüenza.

 

ALCMEON II

Su padre era un adivino griego que le había revelado la fortuna de los Astros… Sólo tenía que ver el destino de los hombres grabado en las manos, así como se leen las estrellas…

Sin embargo, una vez de total eclipse solar, perdió el don de la presunción: ahora confundía sus sombras con las sombras de las sombras, y su lenguaje se tornó tan abstruso, que ni él mismo, en adelante, logró descifrar el significado de sus elucubraciones bizarras así como elocuentes.

 

ALDOBRANSCHI

El orgullo es el odio a sí mismo que se arrastra en el fango: para ser humano basta conocer el sabor de ese infierno…

 




ALEJANDRO

He asesinado un número inaudito –no cabe en la mente de Pitágoras el sagrado silencio  silente- de almas, de cadáveres sobre cadáveres de cadáveres que apelmacé...

Según mi Maestro (Aristóteles… ¿Lo dudaría acaso?), no son nada… Nada de nada bajo el Topos Uranus platónico…

Bajo mi filo inclemente aunque lleno de sapiencia… Nada son.

Ni la muerte me detendrá… Soy el sol que se pone en el ocaso de mis enemigos…

Nada me vencerá… Soy el hijo de la diosa Victoria…

¡Loa Atenea!…

¿Acaso Grecia dudó en someter sus baluartes ante mi espada?…

¿Acaso los dioses osaron sus rayos de ocaso destructivo contra mi osadía?…

¿Acaso Zeus o -Astophet la maldita- se interpuso en mi camino?…

Alejandría será el faro de la eternidad…

Y esta peste que me acosa, estos malditos mosquitos -maldición de la fiebre- no han de ser tan valientes para arrebatarme la vida eterna que me embriaga entre delirios magnánimos…

Porque soy el Magno y nunca nunca nunca moriré…

 No moriré…

…Y seré el héroe de milenios de sangres turbulentas.

 

ANACREONTE

Cuando los dioses llamaron a la cena de los inauditos, él se quedó con el último plato…

La poesía siempre se sirve fría…al final…

Por eso el demiurgo, el gran poeta lírico, eructó y dijo: “ya estaba pletórico de significados, una especie de nausea que me invade, muchos agradecimientos, y el mejor apetito os acompañe…”.

Y tras esto, se reclutó en su humilde morada, solomo como un parasito estomacal –o cerebral  a escribir sobre el placer y la buena mesa.

ANANIAS

Dije una mentira. Y como un cerdo creció, creció y gruñó verdades que me atemorizaron… Luego maté a la bestia que gruñía y me escondí con un traje que hice con su cuero peludo… Todos en le villorrio sabían lo que había hecho; pero yo los saludaba con el santo padre y la señal de la santa cruz –aún siendo judío- y llegaba a casa a tomar la sopa caliente…

Sin embargo, yo sabía que en el fondo, algún día, habría de arder el en el Infierno, es decir, en los otros…

 

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MINIFICCIONES METAFICCIONALES Y METALITERARIAS

  MALDITA MALDICIÓN     A Andrés Caicedo le profanaron la tumba tras años de haber muerto. Fue un grupo de lectores profanáticos. Enferm...