EL INFIERNO SON LOS OTROS
Por
Víctor Hugo Osorio Céspedes
AGAPITO
El santo iba por la vereda de roca pura, lanzando
bendiciones como si fuese una lluvia de Maná o de ranas o de sanguinolentos
fangos… Todos allí, -como bestias en celo- en la santa y antiquísima ciudad de
Roma, alcanzaron una migaja de sus bendiciones…
Al resto no los contemos en la bienaventuranza…
Se les puede ver el Infierno, mendigando las migajas
de San Agapito…
Ahora podemos verlos revolcarse en el fondo de las
miradas odiosas… Fueron famosas las campañas moralizadoras del santo; pero no
hay que alimentar al desahuciado del espíritu…
AGATÓN
Constantinopla. Muchos siglos atrás… San Agatón
preside el Concejo. Discuten asuntos relativos a la moral junto al nacido en
Palermo, el santo Agatón. Cuatro siglos
atrás, su sucesor epistemológico, San Agapito, había decretado la verdad de la
verdad absoluta…
En el fondo del recinto, un reacio y acérrimo
detractor –acaso un escéptico errático y alucinado lector de los textos sacros-
de esa negra doctrina habría de gritar: “mil veces falso es el significado
atribuido al in-significado del significado”…
Y tras correr mil metros aproximadamente -porque todo
es relativo-, cayó a un abismo antes de
desaparecer para siempre.
AGATÓN II
A San Agatón lo quemaron en Alejandría por mártir… Al
final, un fumífero desalmado, tomó un tizón flagrante y encendió su pipa de caña…
Todo estaba permitido aún desde entonces.
AGATÓN III
El soldado Agatón, del antiguo Imperio Romano, al ver el cuerpo consumado –casi hecho
carbón- del aquel mártir, no dudo en encender su una hoguera para beber vino, con los restos
mortales de aquel santo Patrón. A su salud, dijo y vació la copa.
AGLAURO
En la ciudad de Atenas, residía el Rey Acteo. Éste
odiaba a Ares, quien embrujó a su descendiente y le dio como progenie a la
maldita Alcipe. Esta, al verse desdeñada por su abuelo, y tras el éxito de su
historia en la banal cultura posmoderna de la actualidad, sin saber a quién
más demandar, lo llevó a una corte de New York, pues el dueño de sus derechos
de autor, un empresario londinense y judío, demandaba a Dante Alighieri por usufructuar
su nombre con fines editoriales… El pleito fue famoso en las revistas de
farándula…
Desde entonces, en todas las ediciones posible -e
imposibles- de La Divina Comedia, aparece su nombre y ella vive, de la dicha-
¿quién lo diría?- en una isla griega, tomando cocteles de frutos rojos y leyendo aquel libro –mientras se carcajea-
que la llevó a la fama.
Larga vida a Malcipe, hija de Acteo, allá en Grecia la
antigua y en el actual adefesio posmoderno…
AGUSTÍN
La “Ciudad de Dios” era una favela del Infierno, allá
en las laderas de Rio de Janerio… Ese paraíso…
En la entrada de las chabolas pintorescas y con olor
fétido a miseria humana, como en un aviso de publicidad neón, había una estatua del
santo, teólogo y filósofo nacido en Numidia…
Era el lugar donde los más pequeños, jugaban tiro al
blanco con revólveres artesanales…
Darle en los ojos era llegar al paraíso…
Si no lo hacías, -como en una confesión a mil voces-
tenías que matar a tu vecino, tu primo, tu amigo o a tu hermano… A tu madre y abuela. El camino a
Dios es inconmensurable y espinoso…
Tal vez así llegarías a la quinta esfera del Cielo. Quizá. Nada es seguro o real. Sólo la muerte.
ALBERTO MAGNO
Mientras estaba en el inodoro, y recitaba sus
tesis-sagradas, el santo doctor no dudaba ni sospechaba que su discípulo – El
Gran santo Tomás de Aquino- lo escuchaba en silencio, y con un latín
garrapateado, plagiaba sus tesis medievales, las cuales, no lograba entender… Aunque tuviese que soportar sus pestilencias del estómago.
Dios daría f…
ALCIDES
El último nieto de Hércules (muchos siglos luego),
murió de hambre en un país de mierda.
ALCMEÓN
Había dicho el gran médico que los mitos carecían de
raíces racionales. Mas una noche, tras leer los manuscritos pitagóricos –por no
decir de Pitágoras que siempre vivió en el mutismo sabio de su oscuridad
luminosa- desdeñó sus propios e infundados conocimientos anatómicos, de los que
muchos siglos después sería considerado el padre primigenio.
Cuando, tras la disección del felino, éste maullara de
tal forma, que les erizara los pelos finos a los espectadores sapientes, y tras
esto, saltara de la mesa de operaciones racionales, hacia la noche de la noche
de los tiempos… Se rasgó el velo del misterio…
Alcmeón nunca contó esto a su maestro Arkitas –mucho
menos a Pitagóras a pesar de su prurito de la razón- por temor de su corazón amargo al sinsentido,
reacio a caer en el abismo de la vergüenza.
ALCMEON II
Su padre era un adivino griego que le había revelado
la fortuna de los Astros… Sólo tenía que ver el destino de los hombres grabado
en las manos, así como se leen las estrellas…
Sin embargo, una vez de total eclipse solar, perdió el
don de la presunción: ahora confundía sus sombras con las sombras de las
sombras, y su lenguaje se tornó tan abstruso, que ni él mismo, en adelante,
logró descifrar el significado de sus elucubraciones bizarras así como
elocuentes.
ALDOBRANSCHI
El orgullo es el odio a sí mismo que se arrastra en el
fango: para ser humano basta conocer el sabor de ese infierno…
ALEJANDRO
He asesinado un número inaudito –no cabe en la mente
de Pitágoras el sagrado silencio silente-
de almas, de cadáveres sobre cadáveres de cadáveres que apelmacé...
Según mi Maestro (Aristóteles… ¿Lo dudaría acaso?), no
son nada… Nada de nada bajo el Topos Uranus platónico…
Bajo mi filo inclemente aunque lleno de sapiencia…
Nada son.
Ni la muerte me detendrá… Soy el sol que se pone en el
ocaso de mis enemigos…
Nada me vencerá… Soy el hijo de la diosa Victoria…
¡Loa Atenea!…
¿Acaso Grecia dudó en someter sus baluartes ante mi
espada?…
¿Acaso los dioses osaron sus rayos de ocaso
destructivo contra mi osadía?…
¿Acaso Zeus o -Astophet la maldita- se interpuso en mi
camino?…
Alejandría será el faro de la eternidad…
Y esta peste que me acosa, estos malditos mosquitos
-maldición de la fiebre- no han de ser tan valientes para arrebatarme la vida
eterna que me embriaga entre delirios magnánimos…
Porque soy el Magno y nunca nunca nunca moriré…
No moriré…
…Y seré el héroe de milenios de sangres turbulentas.
ANACREONTE
Cuando los dioses llamaron a la cena de los inauditos,
él se quedó con el último plato…
La poesía siempre se sirve fría…al final…
Por eso el demiurgo, el gran poeta lírico, eructó y
dijo: “ya estaba pletórico de significados, una especie de nausea que me invade,
muchos agradecimientos, y el mejor apetito os acompañe…”.
Y tras esto, se reclutó en su humilde morada, solomo
como un parasito estomacal –o cerebral a
escribir sobre el placer y la buena mesa.
ANANIAS
Dije una mentira. Y como un cerdo creció, creció y
gruñó verdades que me atemorizaron… Luego maté a la bestia que gruñía y me
escondí con un traje que hice con su cuero peludo… Todos en le villorrio sabían
lo que había hecho; pero yo los saludaba con el santo padre y la señal de la
santa cruz –aún siendo judío- y llegaba a casa a tomar la sopa caliente…
Sin embargo, yo sabía que en el fondo, algún día,
habría de arder el en el Infierno, es decir, en los otros…
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