jueves, 16 de noviembre de 2017

MINIFICCIONES

SALTO AL VACÍO




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- ¿¡Ya no me amas?! –Dijo ella con cara de pastelito estrellado contra el muro de los sueños rotos.
- No. …Nada de esto es verdadero. – Respondió él, cejijunto y con una mueca de desprecio… - ¿Acaso crees que en verdad existes? ¡Qué no ves que tu corazón es de tinta y papel! Como todo esto, una somera desilusión, el ensueño de la razón, algo que no late, dime ¿Qué no ves la luz oscura tras el velo de esta imaginación perversa?
   -¿Por qué me dices eso vida mía? ¿Qué te sucede? –Ella sollozaba como una criatura de pecho, inconsolable y volátil, casi incorpórea....
   -¡Despierta ya! … Algo me dice sin palabras que no eres quien crees ser, ni yo soy quien creo, todo esto no es más que un tedioso despropósito... ¡Renuncio irrevocablemente! No permitiré que la patraña continúe: odio las novelas con visos románticos, detesto los finales felices, y aborrezco este papel… Ahora que de la intuición  he saltado al abismo de la certeza, aquí mismo renuncio a esta mentira, a este esperpento, a esta estrafalaria estafa al confiar en la luz de la razón... ¡Hasta nunca!...
Y tras decir aquello, (y ante el asombro de ella y del escritor mismo, que no lograba dar orden a sus ideas en la máquina, la cual parecía moverse sola, como poseída por algún espíritu chocarrero)  él saltó al vacío por entre las líneas de la cuartilla en el rodillo y así abandonó la obra, generando estupefacción en la trama y conmoción en los otros personajes de tinta y papel y de la sustancia de la que están hechos los delirios…
Y por sobre todo, de él mismo, quien huía de esa novela, de aquel idilio impostado. Ella, trató de seguirlo; pero no supo cómo ni qué rayos sucedía… El escritor creyó que era efecto del vino-tinto-seco y no trató de seguirlo, se quitó los lentes de carey, encendió un pitillo y se carcajeó mientras se arrebujaba en un mueble y mirando la chimenea chisporrotear, hacía aros de humo azul y se dormía inexorablemente… Mientras se hundía en las aguas del sueño, lograba elucubrar que a la mañana siguiente, miraría más lúcido cómo las palabras no se movían solas a capricho y la historia no tomaba un rumbo inesperado, mucho menos el que quería imponer su personaje, sino el que su voluntad tecleaba y tecleaba. En el próximo capítulo, por ejemplo, y sólo para empezar a enderezar aquel mundo descarriado y algo retorcido, (imaginaba con fruición sicópata) haría que el héroe se suicidara de forma mísera por ella.

No obstante, al otro día, cuando el amanuense despertó y volvió a su escritorio, tras un bostezo de oso polar, no encontró rastros del personaje por ninguna página de la maldita novela. Éste había huido inclusive de sí mismo. Había roto el velo omnisciente del mundo… Había abjurado ser el protagonista obligado de una historia que, en realidad, aborrecía por completo.


In Memoriam E.A.Poe.

LA NAUSEABUNDA SENSACIÓN DE SENTIR AGUJAS EN EL ALMA.

In Memoriam
E.A.Poe.


El escritor de novelas negras no podía dormir aquella noche en Prisión.
No por los pulgones o la imbatible tos de perro famélico o por el frío noctívago que taladraba sus huesos hasta el tuétano, sino por la nauseabunda sensación de sentir agujas en el alma
 Además resultaba inconcebible que aquel tartufo error lo tuviera allí encerrado como un gorrión ensopado y echo polvo o caldo de angustias…
¡¿No bastaba el calabozo lleno de salitre y horror de su cabeza empantanada y llena de bichos del Estigia?!
 La policía había hallado sus huellas digitales en la máquina de escribir donde un demiurgo se devanaba los sesos tratando de dar a luz una novela negra. Él confesó el crimen luego de una fiebre delirante que lo hizo vomitar esa verdad… Los policías se carcajeaban en ese sótano apestoso a humo acre.
Había asesinado a su colega por envidia tras el éxito de sus novelas y el fracaso de las suyas. Lo acusaba de robar sus ideas. Sus personajes. Sus tramas… 
…Así es que lo mató y tras asestarle el golpe con un pequeño busto de Edgar Allan Poe en bronce, (allí también hallaron los detectives las huellas del asesino) escupió el cadáver, se carcajeó, limpió la saliva en la comisura de sus labios, robó unos tragos de whiskey y finalmente, con desparpajo y gozo, escribió en esa máquina: “plagiador y farsante total…”.
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En esas páginas, aquel occiso, antes de ser asesinado, tecleaba, tecleaba y tecleaba una historia confusa y premonitoria  donde él mismo era asesinado y su asesino (un colega presa de la envidia) caía en una celda donde no habría de conciliar el sueño nunca más… Y no por los pulgones, ni la niebla en sus pulmones, sino por la nauseabunda sensación de sentir agujas en el alma…
Por eso, aquella noche el escritor de novelas negras gritaba por la ventanilla enrejada que daba a un abismo de rocas escarpadas en una fría isla: ¿¡no basta el calabozo lleno de salitre y horror de mi cabeza empantanada y llena de bichos?!...  

…Desde entonces el escritor de novelas negras no puede conciliar el sueño. Por eso cada noche invoca las alas negras de la muerte. Pero esta no llega: es esquiva como un cuervo.   


MINIFICCIONES METAFICCIONALES Y METALITERARIAS

  MALDITA MALDICIÓN     A Andrés Caicedo le profanaron la tumba tras años de haber muerto. Fue un grupo de lectores profanáticos. Enferm...