SELECCIÓN DE TEXTOS DE LUIS VIDALES: PIONERO DE LA MINIFICCIÓN EN COLOMBIA
LUÍS
VIDALES (Calarcá, Quindío, 1904, Bogotá, 1990). Fue el verdadero
renovador y vanguardista de la llamada Generación de Los Nuevos. Su libro Suenan
Timbres, de 1926, significó un cambio radical en la poesía colombiana,
adelantándose a la corriente latinoamericana denominada como “antipoesía”.
Publicó además La Obreríada (La Habana, 1978), El Libro de los
fantasmas (Bogotá, 1985), Poemas del abominable hombre del barrio de Las
Nieves (Bogotá,1985) y el volumen preparado por Juan Manuel Roca Antología
Poética, (Universidad de Antioquia, Medellín 1985). En 1945 publicó su
Tratado de Estética, ejerció la crítica de arte, la política y la cátedra en
varias universidades colombianas. En 1948 editó, a pocos días del asesinato de
Jorge Eliécer Gaitán, La insurrección desplomada, libro sobre los
sucesos trágicos del 9 de abril y en 1973 el volumen La circunstancia social
en el Arte. Es uno de los fundadores del Partido Comunista de Colombia,
sufrió persecuciones, cárceles y desahucios, huelgas de hambre y un largo
exilio en Chile. En 1982 recibió el Premio Lenin de la Paz y el mismo año el
Premio Nacional de Poesía por Reconocimiento, por parte de la Universidad de
Antioquia. Fue estadígrafo de profesión, periodista y polemista. Poeta insular,
de estilo muy personal, por su humor y su imaginería onírica es de difícil
clasificación en el mapa de la poesía colombiana. En ÁGORA, REVISTA DE
MINIFICCIONES, rendimos homenaje al considerado pionero de la minificción
en Colombia. Por ello, hemos extraído aquellos textos breves ficcionales de su
libro Suenan Timbres (1926.) Buen provecho, desocupado lector.
SUPERCIENCIA
Por
medio de los microscopios, los microbios, observan a los sabios.
EL
MUERTO
Tomó
el diario, Leyó: “El señor N-N descansó en la paz del Señor”. Se tomó el pulso.
Nada. Se palpó el pecho. Estaba frío. Sintió una absoluta indiferencia. Tiró el
diario y volvió a meterse en la cama, más, pero muchísimo más indiferente que
nunca.
EL
ÁNGULO FACIAL
Cuando me lo presentaron le
dije con inquietud:
–¿Pero qué hizo usted su
ángulo facial? La boca, la nariz, los ojos, las orejas, fuera de su sitio,
aparecían amontonados en su rostro.
–Señor– me dijo el hombre de
boca vertical. Una vez un prestidigitador me escamoteó el ángulo.
Desde entonces sé que como los
paraguas los rostros tienen un armazón. Y que la armazón de los rostros es el
ángulo facial.
TEORÍA
DE LAS PUERTAS
Soy
alguien dado a investigaciones científicas. Últimamente he descubierto una
teoría de equilibrio. Ante todos los sabios del mundo yo siento mi teoría de equilibrio.
Cuando una puerta se abre, la puerta equidistante, al otro lado del mundo, se
cierra irremisiblemente. Por esto–y todos lo hemos visto de golpe, las puertas
se cierran solas. El día que todas las puertas se abrieran a una vez, el mundo
quedaría lleno de huecos y el viento se entraría en ellos y se llevaría a la
tierra por los espacios ilimites…
Referencias:
Vidales, L. (1986) Suenan Timbres, Plaza y Janes. Bogotá.
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