miércoles, 26 de marzo de 2025

CRUENTOS DESENCUENTROS Y OTROS CUENTOS AMARGOS

 

LA VENGANZA DE LA BRUJA

 

 

 


 

“Yo no creo en las brujas; pero de haberlas, haylas”

Dicho popular

 

 

   La bruja fue descuartizada con una sierra de motor. Pero ¿por qué no le salvó la sal negra en sus bolsillos?¡Cómo es qué el Buziraco, a quien lamía el culo la vieja en los aquelarres del monte, no le resguardó el pellejo? Alias Cuchillo había decretado muerte a la brujería negra. Porque los muchachos Uñas negras, los rezados, estaban cayendo en combate como fichas de dominó contra los otros paracos.

-       Maten a esa vieja hijueputa que no es más que una estafadora.

-       Como ordene mi comandante.

-       Píquenla a machete o con la motosierra que así aprenden a respetar estas putas.

-       Como ordene mi comandante.

-       Y córtenle esas tetas que besan el piso: denlas de comer a Rambo y Capitán, perros malparidos que deben estar hambrientos. Denle un poquito a Caifás que a ese caballo guevón le gusta la carne de personas…

-       Como ordene mi comandante.

-       Ah y Benítez, tráigame una cerveza fría y otra botella de guisqui que está esto hecho un horno…

-       Sí, un infierno mi comandante.

-       Bueno ya. A matar a esa bruja hijueputa y la echan al río.

Y así se hizo. A Sofía la picaron en pedacitos. Los perros se relamían con ella. El río se tiñó de carmesí. De nada sirvió su experiencia en el mundo criminal. Desde que su abuela enseñó aquellos ritos y artilugios. Aconsejó a guerrilleros y paramilitares por igual. A narcotraficantes. Famosos. Políticos. Como aquel Senador que la contactó y dijo:

-       Sofí, yo lo amo. Lo amo a él. Pero no me corresponde. Hacéle algo bien malo para que me ame. Y para que gane mi candidatura.

-       Patrón: sus deseos son órdenes. Eso en nueve noches estará hecho.

-       NO: LO DESEO YAAAA!!! -decía aquel político homosexual que deseaba sodomizar a su secretario privado. Así, en privado como todo un Calígula.

-       Patrón: tómese esta pócima y aceleramos el trabajo. Aunque le va a costar un poquitiquito más.

-       No importa Sofi: LO DESEO YAAAA!!! -gritaba el obtuso sodomita del Senado, con una risita de mandril.

Y tras rezos y bizarros rituales con tierras raras de cementerios, y sangre de chivos y gallinas culecas, así sucedió. Asimismo, aquella vez que la archifamosa actriz porno, Kia Malifa, le pagó miles de dólares para que secara a su competitiva, la sensual Esmeralda Gómez. Y ésta quedó como una momia. Con el trasero seco, lleno de gránulos con pus verduzco. Con hemorroides que le hicieron fracasar en la industria pornográfica del sexo anal. Los melones desecados y sin semillas como limones de Etiopía. La cara se hundió como un pozo por los maleficios de Sofía. Así acabó con cientos de carreras en Medellín. Y los traquetos que se odiaban entre ellos y se echaban pestes negras unos contra otros como lobos caníbales, ciegos de la cólera. Y aquellos sapitos rojiamarillos que vomitó el traqueto obeso, al que le gustaban los niños travestis, allá en Doradal, Antioquia. Y el fiscal que le pidió ayuda para frenar los procesos en su contra. Pusieron un sortilegio bajo el escritorio de la investigadora. Por lo tanto, ésta fue arrollada por una ambulancia mientras bajó a comprar empanadas o tacos chinos. Y aquel narcotraficante, al que la bruja ayudó a relacionar con el presidente Julio Cesar Turbay Ayala para exportar coca como si fueran bananas de la Chiquita Brands... Y el negro alcalde de Sucre que cagó tres huevos negros, y lloró porque dijo estaba curado por la magia de Sofía. Pues llevaba trece meses sin poder defecar. Y a aquel enano traqueto llamado Sansón Pino, el paisa ese famoso al que luego le harían telenovelas, al que le hizo coronar más de diez mil kilos de coca con lo que se hizo un implante de tibia y peroné y creció y creció y luego fue alcalde de Sonsón. Así fue como se hizo conocida en todo el país la bruja. Sus trabajos se cotizaron en el mundo esotérico.

Por eso fue contratada por las AUC. Para que rezara a los muchachos paracos llamados Uñas negras. Y así ser invisibles a las balas. Inmunes al plomo. Sólo que esta vez no funcionó. Y la bruja fue destrozada con la motosierra a las cinco de la tarde. Olía a horror y excrementos acres. La sierra se detuvo. Los perros ladraban exultantes. Llenos de ira. El paroxismo del sol parecía manchado de sanguinolentos gritos de dolor…

Al día siguiente, alias Cuchillo, en medio de la jarana, ordenó le mostraran evidencias de la barbarie. Los Uñas negras habían guardado la cabeza de la bruja. Tomó impulso, bebió un infinito trago de whiskey, eructó, se sacó un moco, tosió, rascó su sucio trasero. Dejó caer una flatulencia y dijo:

-       Bruja hijueputa: por mentirosa. -tras lo cual eructó con aroma a caño con gatos muertos y ratas que habían fallecido hacía años... Quizá milenios.

Corrió y corrió como un bucéfalo. Aunque más parecía un caballito de madera. Pateó la cabeza que en perfecta parábola llegó al fondo del río.

-       GAAALLLLLLL HIJUEPUTA. GAAAL… Cerveza para todos… Cerveza para… Jejeje… Todos. GAAALLL.

 Gritó alias Cuchillo. Y dijo:

-       Y eso es para todos los cabrones que crean en el poder de las brujas. Mariconadas. Al próximo que vea con las uñitas pintadas de negro, lo llevamos al maniquiur allá al fondo del río ¿oyeron hijueputas?

    Eran las tres y treinta y tres de la madrugada. En los llanos orientales, el sopor robaba las horas de sueño. Era un insecto que ululaba veneno. La paranoia se apoderaba de la atmósfera. Olía a miedo. En la mañana había llovido plomo desde el otro lado del río. Los otros paracos hostigaban casi siempre a las doce del día. La hora estúpida. Sonaban los chillidos de las aves nocturnas.

Ahora alias Cuchillo tenía una pesadilla. Soñaba que iba caminando por un campo yermo. Un llano de candela donde de repente se oía el carcajear de una gigantesca gallina negra. Era una especie de dinosaurio emplumado. Un ave de corral de treinta pisos. Lo seguía. Y le apuntaba con la trompa. Era la bruja Sofía. Quería desayunarlo. Él deseaba correr. Mas no lo lograba. Porque ahora era un gusano rosado. Se arrastraba gimoteando y llamando a su mamita. Pero era demasiado tarde porque Sofía abrió su pico y lo engulló. Luego era una babosa y ella un kilo de sal negra que llovía sobre su lomo. Lo derretía sobre un espejo caliente. Él lloraba como burbujas de nada. Despertó cagado. Literalmente. Fue al río a bañarse y sintió que algo le picoteaba el pene. Salió. Aún olía a mierda. Disimuló. Fue a beber whiskey y ver Le Tour de France en un viejo TV…

Sin embargo, al caer el velo de la noche, todo cambiaba. La bruja regresaba en sueños. En realidad, en pesadillas. Ahora era una tortuga caminando por la selva. Sofía la levantaba. Le ponía patas arriba. Él movía la cabecita en vano porque la bruja-cocodrilo-boa venía a cenar. Despertaba siempre con los pantalones machados de marrón.  La otra noche, era una guayaba medio podrida devorada por los gusanos. Una cabeza de guayaba con ojitos y los dientes amarillos. Ella, convertida en pajarraco verdinegro, venía a picotearle los ojos. Olían a mierda y a suciedad sus sueños pesados. Como un kilo de mierda empaquetada al vacío que de repente fuese abierta con un cuchillo. Todo este disparate llegó al colmo cuando, una mañana, aterrado, gritaba que era un cangrejo y que la bruja lo quería ver patas arriba. Retorciéndose de estremecimientos. Dijo que era un cuchillo sin filo. Intentando cortar el velo de la realidad. Pero que ahora era imposible. De día los combates eran atroces. Mataban y mataban a los otros paracos, que caían como fichas de ajedrez. Mas de noche lloraba como un bebé de pecho. Gritaba entre gimoteos:

-        MAMAÁAA… Ay mamasita ayuda… Ay mamita… Ayayayyy…

Así es que los subalternos, ebrios de cólera por los maltratos del comandante, decidieron que le harían un juicio de guerra. Los Uñas negras le asesinarían con un tiro de gracia al amanecer...

Esa noche, alias Cuchillo soñó que era un cuchillo de cartón. Material de utilería de una farsa del teatro de guerra. Era devorado por un faquir traga-metales que lo escupía echo balas de mierda. Había esqueletos saltimbanquis. La bruja Sofía volaba como un chimbilaco. Se carcajeaba como una hiena vengativa. Luego Cuchillo, soñaba que era balas de barro. Disparadas por un fusil Galil que lo devoraba y vomitaba contra un muro. Quedaba hecho un reguero de excrecencias y licuefacciones. Luego la bruja era una enorme calabaza púrpura rodando hacía él. Creyó que la penetraría. Mas se dobló como un falo impotente. Era de cartón, pura utilería de una tragedia. Fue arrollado. Despertó sudando petróleo. Creía que gritaba que la maldita bruja lo había enloquecido, la muy perra. No obstante, todos oían cómo cacareaba de forma estúpida y llamaba a su mamita con balbuceos y voces guturales… Tomó el fusil R-15. Se voló la tapa de los sesos frente al río gritando incoherencias entre espumarajos que olían a ano. Como en un vernáculo lenguaje de crustáceos. O de insectos de la selva virgen: ese infierno verde que hipnotiza y hechiza al desprevenido viandante…

…Quizá esto le sucedió porque, como decía el acérrimo y cerril Santo Tomás en el Evangelio de san Juan: “hasta no ver; no creer”. O como decía mi abuelita, que descanse en paz: “yo no creo en las brujas; pero de haberla, haylas”.

 

 

 

Por:

VÍCTOR HUGO OSORIO CÉSPEDES

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