martes, 8 de mayo de 2018


“LATERAL SUR, COMO LA VIDA MISMA”




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 “El Futbol Y La Patria Están Siempre Atados,
Y Con Frecuencia Políticos Y Dictadores
Especulan Con Esos Vínculos De Identidad”
Eduardo Galeano, 1995, Pág. 8.

L
ateral sur, del autor Elmer Jeffrey Hernández, Licenciado en filosofía y letras, Especialista en la enseñanza de la literatura, escritor, narrador, ensayista y poeta, es una obra que conjuga la fugacidad de la modernidad, la pérdida de valores entrañables, el aislamiento, la conciencia e inconciencia del mundo, el desarraigo interior, la permanencia, la quietud, así como la vida misma.
El fútbol desde sus inicios ha sido representación y expresión de libertad. Basta con recordar algunos ejemplos como el del equipo del Dinamo de Kiev, el cual en 1942, en plena ocupación y tras reiteradas amenazas, venció no sólo al equipo contrario, sino también el temor y el miedo, recuperando lo más importante para un ser humano: la dignidad y libertad. Asimismo, debe evocarse a jugadores como Euskadi Isidro Lángara, quien durante la Guerra Española fue exiliado en una época en la que el fútbol representaba, más que una bandera, el honor, la patria e ideales.
Indudablemente, el fútbol trae consigo una carga significativa que devela elementos relaciones, condiciones sociales, económicas y políticas, en donde se mantiene una constante tensión. El personaje en cuestión es un cúmulo de tales elementos simbólicos, un reflejo de la situación de marginalidad a la que son sometidos gran parte de la población juvenil, un ser dotado de una suprema conciencia frente a su situación mortal y pasajera.
En el relato el estadio simboliza el espacio donde confluyen los deseos, las atracciones y privaciones que lleva a cuestas un joven marcado por la descomposición social y familiar, la marginación, la miseria y el olvido, un lugar con memoria, pues jamás olvidará aquel momento sublime en el que un ser libre  es consiente y toma su libertad, por primera y última vez.
El hincha, ese ser apasionado por su equipo, por sus amigos, su familia, es representado aquí con sus problemas internos y externos, adentrándose en su psiquis y estableciendo una relación de comunicación constante con él mismo. De esta manera llega a ser un testigo directo de sus experiencias, todas muy cercanas a la muerte, viendo a través de sus ojos la percepción del mundo que se construye a cada paso, con cada canto y a cada grito.
Asimismo se configuran los distintos caminos y calles que recorre y revive,  “ Nos fuimos a pie, cuarenta y tres cuadras, mamá, y de moneda en moneda logramos las entradas para lateral sur, las más baratas, mamá” (Hernández , 2008, pág 6) .  caminos que lo dirigen  al lugar sagrado,   el estadio y al final de su vida, en el constante diálogo del personaje con su ser consiente, se deja entrever una visión caótica de la situación del hombre en la modernidad, en medio de la marginación y el estado de invisibilidad de algunos sectores de la sociedad. Por tal motivo, el personaje  desposeído de nombre es uno más de ellos,  quienes transgrediendo las normas y lo establecido logran hacerse visibles en un mundo y en una sociedad de sombras y formas distorsionadas de los valores.
La nostalgia y la  añoranza por el pasado es reflejada recordando este glorioso momento de transgresión a la ley, “usted no lo sabe, pero hace como veinte días, Tocayo, Javier y yo fuimos al estadio” (…) “cuando salté a la pista tres policías trotaron hacia mí con los bolillos en la mano. Y corrí, corrí mucho y los dejé atrás, bien atrás, pero cuando pisé el gramado un policía que no sé de dónde salió me cerraba el paso; no sé, mamá, cómo hice, pero con un amague logré escapármele y oí que el estadio me ovacionaba a rabiar” (Hernández , 2008, pág 7);  Ese momento de libertad, ese momento sublime lo hace un ser quínico y le permite escapar de la acción represiva de los cinismos de Estado que se representan en los estamentos policiales y estatales que guardan y velan por el orden establecido.
En Lateral sur, un cuento moderno, se hallan múltiples voces y discursos sobre la verdad, la justicia, el amor, la desigualdad y el olvido, discursos que interactúan entre sí; también se muestra la construcción de nuevos lenguajes, y nuevas posibilidades de comunicación y expresión del ser. Esto último se manifiesta a través de cantos del fútbol, los cuales se convierten en expresión de una realidad que se opone a toda acción de ocultamiento, al acallamiento, a la unificación de los pensamientos y la razón, a las  necesidades y  el  olvido.
“Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia, que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez y  al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad” (Galeano, 2002, pág 6). Cómo podríamos llamarlo más que  carasucia, loco, transgresor, feliz y libre; Ese momento de libertad lo visibiliza, le da identidad y le da lo más importante: un nombre a alguien a quien ahora es un amigo, un compañero, un camarada que hace parte del pueblo.
 “Hay una serie de miradas que quitan la vida y otras que la restituyen, miradas que matan; miradas que alientan” (Vásquez, 2002, pág 82). Yaciendo sobre el asfalto, agónico, recuerda a su madre con dolor de cabeza, su reacción lo hace pensar algo “que será de ti mamá” (Hernández, 2008, pág 9)   Cuando sepas  lo que sucedió, expresa con esa mirada similar a la del inquisidor, esa mirada que por un momento lo salva, lo saca de su anonimato, pero un segundo más tarde lo condena, tal vez como remembranza del fututo de todo quien desea saltar sobre las barreras del olvido.
En ese momento previo al encuentro con la eterna muerte la mirada de la joven universitaria aliviana su carga, soporta su peso, alienta su esperanza perdida, esa mirada le recuerda a la madre en el daguerrotipo colgado en la pared, mientras divisa las otras miradas condenadoras de la gente que a su alrededor se lamenta, las miradas más dañinas y dolorosas, las de la indiferencia que lo condena al peor de los exilios, el del olvido.
“Creo que usted se quitará el trapo de la cabeza y que rodarán las tajadas de papa por el piso, creo que usted llorará y le dolerá la cabeza, pobre mamá”  (Hernández ,2008, pág 10). El personaje, un ser quínico por excelencia, posee plena conciencia de sí mismo, de su mortalidad, la situación social en la que está inmerso lo muestra desposeído de toda máscara o antifaz que lo relacione directamente con las lógicas del poder, es un sujeto libre, de un espíritu inquebrantable, leal a sus amigos, a sus pensamientos y decisiones, con un carácter propio, inconforme, un ser anómalo que resalta ante una sociedad en la cual se estandarizan y homogenizan sentimientos, pensamientos y emociones.
Toda obra literaria que sea considerada como tal, actúa como un ‘contrasaber’ frente al poder establecido y su ethos pedagógico como formadora de la conciencia del lector debe estar dirigida a tales fines de derrocamiento, cambio y modificación de estructuras rígidas. Así pues, esta narración obra como una denuncia, un grito y un clamor de los desposeídos, desposeídos  de patria, nombre, tierra e identidad, pero no de valor, espíritu y libertad.
REFERENCIAS
·         Galeano,  E. (2002). El Fútbol a Sol y Sombra y Otros Escritos, Siglo XXI Editores, Argentina.
·         Vásquez, F. (2002).  Más allá del ver esta el mirar. Pistas para una semiótica de la mirada. Bogotá Colombia, Editorial Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, Javegraf
·         Hernández, E. (2008), lateral sur. Cien Años de la Novela en el Tolima, Ediciones Universidad del Tolima.
POR: IVÁN  CEDIEL MARÍN
 DOCENTE DE LENGUAJE
 I.E.T LEPANTO.

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