martes, 8 de mayo de 2018

MITO DE MÍNEIMA






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Es nuestro pájaro creador.
Mineima  se antojó un día de comer las pepitas de oro que colgaban del árbol de la noche. Estando en el firmamento se olvidó de las pepitas y le dio por buscar algo con qué adornar su casa. De cielo en cielo fue recogiendo y guardando en su pico lo más hermoso que encontraba. El pico creció hasta volverse más grande que él. Cuando ya casi no podía Volar por todo lo que llevaba, buscó un lugar donde posarse
Cómo andaba por estos lados vio la Cumbre más alta, la montaña coronada por la blanca flor. Pero nada había encima ni a los alrededores por eso, Mineima tuvo que imaginar un árbol para posarse y descansar en él.
Ya posado, descubrió aún más soledades.
Entonces pensó que esto tan sólo era muy triste y decidió darle alegría dejando algunas de las cosas que había reunido para embellecer su casa.
Mineima abrió su gran pico y dejó salir algunos de los animales y plantas recogidos en los sitios del cielo donde había estado. Por eso nuestros árboles son de todas las selvas. Hay animales para el día y para la noche, algunos pueden volar Y son muchos los que corren.
 Las flores que trajo viene con los colores de las estrellas y planetas donde Mineima estuvo.
 Su pico también dejo escurrir agua suficiente para albergar otras criaturas en este mundo que estaba creando.
Era tanto lo que traía Mineima en su pico y fue tan grande su esfuerzo, que una gota de sudor resbaló por sus patas y cayó sobre el árbol imaginado dándole vida. La gota corrió por el interior del árbol nutriéndolo y al llegar a las huellas que marcaba Mineima sobre él, las unió. De esa Unión venimos nosotros, la gente de Arbi, de Mineima. Por eso tenemos su espíritu.
Para recordar a Mineima y la manera cómo pobló este mundo, nuestra boca no sólo puede contar su historia sino también tiene los plumajes del silbido, el cascabel del viento y las voces de todos los animales que alguna vez viajaron en su pico.
El árbol sagrado, el que Mineima imagino para posarse en este lugar donde no había nada, guarda en su corteza la historia de nuestro origen, del poblamiento que hizo Mineima en esta tierra que estaba llena de soledades. Y fue el mismo Mineima el que enseñó a la primera gente, a la gente de Arbi, a contarla para que nunca fuera olvidada. Sobre las ramas del árbol, nuestro pájaro creador dejó al posarse su conocimiento y recuerdo. La gente de Arbi Busca la manera de descascarar el árbol sin hacerle daño y cocinar su corteza con un fuego muy rojo como la candela que él guardo en el interior de la montaña de la blanca flor. Este cocimiento se bebe para entrar en los recuerdos de todo lo que él hizo. Por ser un árbol imaginado, la gente de Arbi no puede describirlo, sólo al tocarlo descubren que es el árbol de Mineima.
Así  lo enseñó el pájaro creador a sus Guardianes, a nosotros, a la gente Arbi que dejó en el valle situado junto a la montaña de la blanca flor, el que está por el lado donde llegan las primeras luces del día.
Bebido el zumo de la corteza de su árbol, Mineima empieza a andar en nuestra cabeza como una visión. Su aleteo nos colma de lo que tanto conoció cuando salió a comer las pepitas de oro que colgaban del árbol de la noche. Al llenar nos de su conocimiento, Mineima se vuelve nuestro, nos da palabras mágicas con las que podemos aligerar el agua y volver la nube, detener el viento, la lluvia… el sol.
Según la manera como digamos sus palabras podemos alentar con ellas a la tortuga para que deje la piedra y se mueva… aquietar la Iguana hasta volver la rama; como rama la partimos para comerla. Pero es solo la gente de Mineima, la gente que ama y respeta todo lo que trajo el pájaro creador en su pico, la que puede hacer estas cosas.
Cuando nos estamos olvidando de Mineima, la montaña de la blanca flor despierta y se porta como madre. Como una madre se sacude y entra en movimientos dolorosos que derrumban todo.
Como madre, desde el roto de Candela que tiene en lo más alto, manda flores de fuego en la misma dirección que Mineima tomó cuando alzó vuelo y nos dejó. De las Flores sale una vieja muy anciana que se dice llamar AUXISUC o Madre de los primeros hombres.
Esta anciana, madre de los primeros hombres, también se deja ver los días que del cielo caen eclipses.
En otras ocasiones, cuando AUXISUC está muy ocupada avivando el fuego de Mineima y la gente que habita el mundo la hace enojar, ella suelta uno de sus pájaros que se ve volar en el cielo con su cola de fuego y que se llama Caxir o Matador con macana, que produce sequías, hambrunas y guerras, para castigar los hombres que la hicieron enojar.
Si es mucha la gente que se porta mal, la anciana AUXISUC aviva de tal manera el fuego de Mineima dentro de la montaña, que lo hace salir con rocas y mucha agua provocando una inundación que viene anunciada por un perro muy grande con gran ruido de tambores y de palos ahuecados.
Este perro bulloso le muestra a la inundación por dónde ir y la lleva de tal manera que la tierra tiemble, permitiendo que sólo la gente buena oiga y sienta aquel temblor y así pueda refugiarse en lugares altos para ponerse a salvo.
La gente que gracias a su buen comportamiento escuchó al perro de la inundación y corrió hasta los montes más altos para salvarse, poblara de nuevo el mundo.
Del perro se sabe que lleva su ruido y sus aguas y sus piedras y palos a una gran Laguna donde ahora está echado esperando de nuevo el llamado de la vieja AUXISUC.
Al morir, todos los de esta parte del mundo van primero a recibir consejos del perro. Después de oírlo se dirigen a la Montaña de la blanca flor, la montaña de Mineima a donde permanecerán para siempre.
En la región que hoy se conoce como El Líbano está el Valle de Arbi, la gente de Arbi y la montaña de la blanca flor, es allí donde AUXISUC nos espera para que habitemos con ella y con el conocimiento que Mineima dejó después de haberlo recogido en todos los cielos donde estuvo.
INVESTIGACIÓN REALIZADA POR: CARLOS FLAMINIO RIVERA







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